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El que toma conciencia de su impulso vital
pero se mantiene receptivo a todo el universo,
ése es naciente y torrente del Agua de la Vida.
Ésta es la Virtud suprema, que no se desvía,
y que lleva al retorno del candor original.
El que toma conciencia de la absoluta pureza
pero se mantiene lúcido a sus propias miserias,
ése da el perfecto testimonio ante el mundo.
La Virtud suprema lo atrae y lo hace suyo,
y le adentra hasta el infinito del Origen.
El que toma conciencia de la gran Gloria
pero se mantiene unido a todo lo pequeño,
ése se convierte en el amplio Valle del mundo.
La Virtud suprema lo envuelve firmemente,
y lo lleva hasta la Sencillez más sublime.
Cuando la Sencillez original se expande
lo complejo se deshace y se convierte en útil.
Así deshace el sabio a los complejos dirigentes
y los convierte en útiles recipientes de Virtud.
De la raíz de la Sencillez no salen ramas inútiles.
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